martes, 4 de julio de 2017

La cebolla

No podía faltar en el blog una entrada dedicada a esta famosa hortaliza: la cebolla.


Es un bulbo subterráneo y comestible que crece en la planta del mismo nombre. De origen asiático y cultivada desde 6.000 a.C., se extendió por Europa, de donde pasó a América.

Pertenece a la familia de las Liliáceas, y su nombre científico es Allium cepa. La cebolla es un bulbo que está formado por varias capas, como se puede observar al cortar una. Estas capas son hojas que se disponen unas sobre otras, que se engrosan y vuelven carnosas. Pueden ser de distintas formas, tamaños y colores. Existen multitud de variedades de cebolla.

La cebolla se consume cruda, frita, hervida y asada, casi siempre como condimento. También se usan distintos derivados: cebolla deshidratada, usada en la industria alimenticia como saborizante en diversos alimentos; polvo de cebolla, para elaborar sal de cebolla; aceite de cebolla, que se diluye en aceite vegetal o se encapsula; cebollas enlatadas y embotelladas, aros de cebolla congelados y cebollas en vinagre. Además se comercializan cebollas tiernas, que se venden frescas o en manojos.

Desde muy antiguo se le han atribuido propiedades medicinales. Su riqueza en minerales y vitaminas es relativamente baja, pero es rica en aceites esenciales que contienen azufre. Se han descrito multitud de beneficios de esta hortaliza, entre los que están los siguientes: es bacteriostática, activa la secreción de bilis, estimula la actividad digestiva del intestino, baja la presión sanguínea, ayuda a la regeneración de la sangre en caso de anemia grave, es diurética, expectorante y desinfectante intestinal. Es útil contra rinitis, neuralgias faciales, anginas y faringitis, dolores de oído, rinitis, resfriados y enfermedades infecciosas. Además es antiséptica, vermífuga y reduce el nivel de glucosa en sangre.

Nutrientes de la cebolla
El principal componente de la cebolla  es el agua, que supone el 90 % de su composición. Por eso, sorprende que en el 10% restante encontremos tantos nutrientes y con tantas propiedades beneficiosas.
•             Aceites esenciales: responsables de la mayoría de las propiedades de la cebolla, aunque también son culpables del  lagrimeo que sufrimos cuando la pelamos o cortamos.
•             Vitaminas del grupo B: necesarias para el correcto funcionamiento del sistema nervioso y del inmunitario; también vitamina E y C, con potente acción antioxidante.
•             Múltiples minerales y oligoelementos como potasio, magnesio, fósforo, calcio, sodio y azufre entre otros.
•             Aminoácidos esenciales: son aquellos que no produce nuestro organismo y deben obtenerse de fuentes externas. Su carencia  limita el desarrollo del organismo, ya que sin ellos no es posible reponer las células de los tejidos que mueren o crear nuevos tejidos, crecer o digerir los alimentos, entre muchas otras funciones básicas de nuestro organismo.
•             Fibra: actúa contra el estreñimiento, reduce los niveles de colesterol, aumenta la sensación de saciedad, ayuda al incremento de bacterias intestinales (beneficiosas para nuestro organismo), etc.

Propiedades de la cebolla
Una de las propiedades de la cebolla es la acción diurética, por lo que es muy recomendable para personas con insuficiencia renal, gota o hiperuricemia, cálculos renales, edemas o hipertensión. También por su alto contenido en agua y fibra y bajo en grasas y azúcares, es importante en cualquier dieta.Es un potente cardioprotector porque  disminuye los niveles de colesterol y triglicéridos.

Actúa como expectorante,  bactericida y fungicida. Es muy útil en procesos como resfriados, catarros, bronquitis, faringitis y otras afecciones respiratorias. Un remedio casero muy usado en estos casos, es colocar una cebolla partida por la mitad al lado de la cama por la noche. En los últimos años, también se ha demostrado su efecto beneficioso en el tratamiento del asma y de las alergias.


Su conocida acción depurativa se debe a que es capaz de eliminar las toxinas y fermentos que se producen en el estómago tras la digestión, proceso que también favorece al estimular al hígado, páncreas y vesícula para que segreguen las sustancias necesarias. Estas propiedades sólo se dan cuando se consume cruda.

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